Siempre se ha opuesto el anarcosindicalismo a todo tipo de colaboración de clases, de pactos sociales y de instrumentos de mediación creados por el Estado y la burguesía, ya se tratara de Jurados Mixtos o Comités Paritarios e, igualmente, se opuso a cualquier forma de delegación, mediante el voto, del poder de decisión sobre todo aquello que nos afecte que sólo a cada uno de nosotros corresponde. Por eso estuvo también en contra de los Jurados de Empresa y Enlaces Sindicales del sindicalismo vertical francofalangista, y por eso está en contra de los actuales Comités de Empresa y Delegados de Personal del nuevo verticalismo representado, principalmente pero no en exclusiva, por CCOO y UGT. Y ello no impidió a la CNT alcanzar grandes éxitos en la lucha por la mejora de las condiciones de trabajo y de vida de los explotados. Las más altas cotas, en estos aspectos, las alcanzaron los obreros organizados en la CNT.
La no delegación a través del voto, a la que antes nos referíamos, nos lleva, lógicamente, a no aceptar las elecciones sindicales, que constituyen -por otro lado- la puerta de entrada a toda la corrupción sindical: subvenciones, liberados, cargos remunerados, ejecutivismo… Los comités de empresa son, en realidad, de naturaleza antisindical, puesto que la actividad sindical sólo consiste en depositar un voto en una urna cada cuatro años, y los trabajadores -supuestamente representados en su conjunto por el comité- no sienten la necesidad de organizarse para luchar por sus intereses. De ahí el bajísimo porcentaje de afiliación sindical. De ahí, también, que nos encontremos ante una correlación de fuerzas en la que la clase dominante y explotadora se siente fuerte y avasalladora, porque sabe que tiene enfrente a una clase obrera sin conciencia de sí misma, sumisa, desmoralizada, desorganizada e inerme.
El sistema de elecciones interesa, realmente, sólo al Estado, a los empresarios y a las burocracias sindicales, y perjudica gravemente a los trabajadores. Hay que romper la costra que impide el crecimiento rápido de la CNT, hay que organizarse, hay que fortalecer la mejor herramienta creada por los trabajadores para la defensa, la conquista de mejoras constantes y para la consecución algún día de una sociedad justa, libre e igualitaria, sin olvidar jamás que los medios predeterminan el fin y que, como dijo Bakunin, los medios son ya el fin. Y todo lo que hemos dicho sobre la acción directa en el terreno laboral vale, por supuesto, para el repugnante mundo de la política.
Sólo hay una auténtica organización sindical: la CNT. Sólo existe un verdadero sindicalismo: el anarcosindicalismo. Por ello debemos luchar sin descanso, hasta alcanzar el triunfo.