Mayo 2010 – Acción Directa… ¡Siempre!

Nunca la clase obrera ha conseguido algún avance sin haber luchado por ello. Esta es una verdad incontrovertible. Y ello es así porque toda la legislación -incluida, por lo tanto, la legislación laboral- está diseñada no para facilitar nuestra emancipación, sino, por el contrario, para que se perpetúen la dominación política y la explotación económica de una clase social por la otra. Tan claro tenía esto la CNT que después de oponerse a los Pactos de la Moncloa mostró su oposición, en su momento, al Estatuto de los Trabajadores y a otras normas jurídicas; como por ejemplo la que regula desde 1977 el derecho de huelga. Cualquier norma jurídica lo que hace es delimitar un terreno del que los afectados por la misma no pueden salir y establecer unas fronteras que no se pueden cruzar. La única ley buena es la que no existe. Sólo una ley sería admisible: aquella que declarara la abolición de todas las leyes existentes.

Siempre se ha opuesto el anarcosindicalismo a todo tipo de colaboración de clases, de pactos sociales y de instrumentos de mediación creados por el Estado y la burguesía, ya se tratara de Jurados Mixtos o Comités Paritarios e, igualmente, se opuso a cualquier forma de delegación, mediante el voto, del poder de decisión sobre todo aquello que nos afecte que sólo a cada uno de nosotros corresponde. Por eso estuvo también en contra de los Jurados de Empresa y Enlaces Sindicales del sindicalismo vertical francofalangista, y por eso está en contra de los actuales Comités de Empresa y Delegados de Personal del nuevo verticalismo representado, principalmente pero no en exclusiva, por CCOO y UGT. Y ello no impidió a la CNT alcanzar grandes éxitos en la lucha por la mejora de las condiciones de trabajo y de vida de los explotados. Las más altas cotas, en estos aspectos, las alcanzaron los obreros organizados en la CNT.

La CNT debe continuar su trayectoria histórica, sin judicializar su actividad sindical y sin recurrir sistemáticamente a los organismos de conciliación previos a la vía judicial. La aceptación de estas vías no deja de ser la aceptación del sistema imperante, y hay que tener en cuenta que si de verdad se quiere combatir el Sistema Capitalista sólo se puede hacer desde fuera de él, porque si se está dentro se le está reforzando, se le está apuntalando. Tenemos que pensar también que dichas vías no son otra cosa que acción mediada, absolutamente opuesta por lo tanto a la acción directa que propugnamos y que es una de las ideas-fuerza del anarcosindicalismo. Además, la experiencia nos demuestra que los sindicatos confederales ganan conflictos continuamente mediante la acción directa, y ello a pesar de las muchas dificultades que tenemos que enfrentar; lo que consigue un abogado ante los tribunales suele ser, normalmente, aquello tan fácil y tan claro que sería escandaloso el que se nos negara. Y aún así… Por otro lado, para la CNT el sindicalismo no es un fin en sí mismo, sino únicamente un medio para organizarnos los trabajadores y prepararnos para la conquista de nuestra emancipación a través de la revolución social; y la revolución social supone, en primer lugar, la destrucción del orden jurídico burgués.

La no delegación a través del voto, a la que antes nos referíamos, nos lleva, lógicamente, a no aceptar las elecciones sindicales, que constituyen -por otro lado- la puerta de entrada a toda la corrupción sindical: subvenciones, liberados, cargos remunerados, ejecutivismo… Los comités de empresa son, en realidad, de naturaleza antisindical, puesto que la actividad sindical sólo consiste en depositar un voto en una urna cada cuatro años, y los trabajadores -supuestamente representados en su conjunto por el comité- no sienten la necesidad de organizarse para luchar por sus intereses. De ahí el bajísimo porcentaje de afiliación sindical. De ahí, también, que nos encontremos ante una correlación de fuerzas en la que la clase dominante y explotadora se siente fuerte y avasalladora, porque sabe que tiene enfrente a una clase obrera sin conciencia de sí misma, sumisa, desmoralizada, desorganizada e inerme.

El sistema de elecciones interesa, realmente, sólo al Estado, a los empresarios y a las burocracias sindicales, y perjudica gravemente a los trabajadores. Hay que romper la costra que impide el crecimiento rápido de la CNT, hay que organizarse, hay que fortalecer la mejor herramienta creada por los trabajadores para la defensa, la conquista de mejoras constantes y para la consecución algún día de una sociedad justa, libre e igualitaria, sin olvidar jamás que los medios predeterminan el fin y que, como dijo Bakunin, los medios son ya el fin. Y todo lo que hemos dicho sobre la acción directa en el terreno laboral vale, por supuesto, para el repugnante mundo de la política.

Sólo hay una auténtica organización sindical: la CNT. Sólo existe un verdadero sindicalismo: el anarcosindicalismo. Por ello debemos luchar sin descanso, hasta alcanzar el triunfo.

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