C.N.T. reivindica las bolsas de trabajo frente a la externalización de los servicios.
Hace unos días se anunció en el BOC la licitación para la adjudicación del contrato de vigilantes y conserjes en instalaciones deportivas, educativas y culturales de Castro Urdiales. Lo hacía la nueva corporación municipal, teóricamente de izquierdas, y lo hacía, como es de suponer, con la mejor de las intenciones. Preocupados por el bienestar de los trabajadores y defensores cabales de lo público, los gobernantes municipales han determinado que no hay mejor manera de reivindicar lo colectivo que sacando a concurso los mencionados servicios y asignando recursos a terceras empresas. Guiados a buen seguro por los preceptivos informes técnicos, la comodidad de dejar la responsabilidad en otros cuando se trata de ofrecer determinados servicios públicos y dejándose llevar de la misma lógica en la gestión de los asuntos municipales que ya se va haciendo costumbre a la hora de gobernar, los gestores o empresarios municipales (otra denominación no cabe para los que cada día gobiernan más con criterios de empresa y menos con criterios políticos) han vuelto a demostrar que el único empleo que son capaces de crear es el de mala calidad y peor salario, pues en vez de contratar directamente a los trabajadores a través de la bolsa de trabajo de conserjes existente o de crear una nueva con carácter temporal contratarán a través de terceros en unas condiciones muchísimo más perjudiciales para los trabajadores.
Es sabido que se privatiza y externaliza porque se obtienen muchas ventajas, porque se evitan hipotéticos conflictos en un futuro con los trabajadores, se coloca más fácilmente, si se tercia, a algún conocido o se evitan engorrosas oposiciones o concursos públicos. Además, el paro, como decía un destacado miembro del anterior equipo de gobierno, compete a otros, y si hay poco trabajo, mejor lo gestionan los demás, que es muy complicado y estamos hasta la coronilla. Nada tiene que ver lo de antes con lo de ahora, se podría pensar: en la oposición se podía y la falta de voluntad dependía de los que gobernaban entonces, pero ya en el gobierno se puede menos o sencillamente no se puede y con la voluntad no basta, pues hay otras que valen más. La realidad es que el resultado en lo que a trabajo, bolsas de trabajo y contratación se refiere es el mismo que antes, y las supuestas mejoras económicas logradas con los procesos de externalización y privatización provendrán de rebajar los salarios de los trabajadores y en muchos casos de devaluar sus condiciones de trabajo (léase más horas y menos descansos semanales). De igual manera, sin necesidad de decir una palabra, la asignación de recursos desde lo público a manos privadas se justificará por ser más ineficiente. Este es al menos el discursos imperante desde hace ya unos cuantos años y el que ha calado tanto entre tirios como troyanos, pues viene aplicándose indistintamente por las corporaciones de unos y de otros con verdadero entusiasmo y hasta a los nuevos alevines de gobernante, a la nueva corporación, ha convencido de que es lo que conviene. Nada que objetar. Si la propuesta a la hora de gobernar es que lo público y lo colectivo se devalúen porque la Ley de Presupuestos, los técnicos de turno así lo aconsejan o los políticos que todos conocemos proponen que nada como acabar con lo de todos porque solo así somos más libres y nos salen mejor las cuentas, adelante. Pero que sean quienes iban a cambiar la forma de hacer las cosas los que nos den la misma medicina que los de antes nos concederán que es, por lo menos, para que se lo miren. O nos lo miremos. Y por supuesto un verdadero timo.