FUEGO PROVOCADO

Lo ocurrido en las sucesivas noches desde que el toque de queda entrara en vigor (pasado día 30 de octubre) es fuego provocado. Por la cantidad de acciones, su simultaneidad y sobre todo por los gestos y símbolos. Es violencia neonazi. Violencia con el apoyo de los medios de comunicación.

Ya sabemos que de un tiempo a esta parte los medios de comunicación de masas son voceros de la realidad pagada, detrás hay personas que prefieren mirar y no ver a cambio de un salario. Por otro lado están las redes sociales que con sus algoritmos nos aislan en una fantasía de información a medida en la que cada cual recibe su dosis satisfactoria de ideología-placer-humor a la carta.

A todo ello hay que sumar un fascismo que se exhibe orgulloso. Hace una representación pornográfica de sí mismo: tradicionalismo, neoliberalismo, enemigos y lenguaje simple. Con este cóctel y ninguna visión integradora están llegando a muchas personas que anhelan un mundo sencillo comprando el imaginario fascista o, al menos, colaborando con él.

La clave de estos incendios es conseguir un clímax de discordia. Porque el fascismo siempre saca réditos de la discordia. En este caso busca una «quema del Reichstag», crear sus propios disturbios señalando a los mismos que han señalado siempre: extranjeros, radicales de izquierda, etc. Así, ponen en el cuerpo el enfrentamiento con las fuerzas de seguridad del estado obligándolas a posicionarse. Conociendo nuestra transición podemos imaginar la inclinación de la mayoría del cuerpo, si no están posicionados ya.

Esto no escapa a la dinámica internacional, de hecho un grupo de nazis alemanes el pasado agosto rodearon el parlamento y la embajada rusa. Vitoreaban a Putin, exponente de esa exhibición de potencia masculina fascistoide y se enfrentaban a la policía.

El incendio se lleva provocando, alimentando y permitiendo desde los sectores empresariales muchos años. El proceso es siempre el mismo. Se inyecta dinero a algo, y esto crece, florece y hasta da la sensación de ocupar todo el espectro de nuestras conversaciones. Hace apenas un siglo el fascismo creció al abrigo de empresarios para contrarrestar los movimientos obreros y revolucionarios. Hoy, para mantener a raya la crítica contestataria de una sociedad que se sabe más plural y consciente.

No podemos permitir el avance del fascismo impávidos. No podemos dejar que medre en personas que se han visto apartadas del modelo social desde la escuela u otros ámbitos, esas personas podrían estar en nuestro lado.

Desde CNT planteamos cero tolerancia al fascismo, que no es y nunca ha sido una «forma de pensar más», ya que se basa en la eliminación (incluso física) de sus adversarios.

Jaime M.