En los últimos tiempos han salido a relucir infinidad de casos de abusos sexuales en distintos países, desde los Estados Unidos de América hasta Irlanda, pasando por Suiza, España… Y también en Alemania, donde el escándalo ha salpicado al propio hermano del Papa. Y es fácil imaginar lo que ocurrirá en otros muchos países de los que las grandes agencias de información apenas se preocupan. A los anarcosindicalistas nada de eso nos sorprende, ni otras muchas barbaridades que puedan salir a relucir, pues conocemos sobradamente qué es la religión y cómo son sus sacerdotes. Los libertarios llevamos siglo y medio combatiendo la superstición y desenmascarando una institución que ha demostrado repetidamente su apego al poder y la riqueza y, en consecuencia, su desprecio y su odio a quienes combaten toda forma de autoridad de unos seres humanos sobre otros y la consiguiente explotación.
Por lo que se refiere al período de la II República, la Iglesia comenzó a conspirar contra ella desde el mismo 14 de abril, a través de los partidos sobre los que tenía influencia, o directamente desde sus propias organizaciones o desde los púlpitos. La clausura de muchos conventos sirvió de escondite a las armas que se iban procurando clandestinamente los conspiradores, y cuando llegó la sublevación los curas bendijeron las armas que iban a asesinar a trabajadores cuyo único delito era su sed de justicia y de igualdad.
Y si antes hablábamos del odio que a la Iglesia le inspira la libertad de expresión ese mismo sentimiento le inspira la educación que no esté controlada por ellos. La gran empresa pedagógica puesta en marcha por Francisco Ferrer y Guardia, a través de su Escuela Moderna, fue la verdadera causa de su fusilamiento en los fosos del castillo de Montjuich y no, desde luego, su participación en unos hechos -los de la llamada Semana Trágica- en los que para nada intervino, pues ni siquiera se encontraba en Barcelona. No cabe duda de que la Iglesia aceptará el aborto o la eutanasia antes que renunciar a esclavizar la mente de los niños a través de su educación.
Y es que razón y fe, o ciencia y creencia, son conceptos antagónicos; precisamente, el fanatismo -la creencia ciega- está en la base de la religión.
Creemos que de todo lo expuesto se deduce claramente que la historia de la Iglesia es todo un rosario –nunca mejor dicho- de crímenes, lo que la convierte en organización criminal, en organización constituida para delinquir, en auténtica organización mafiosa. Y por ello, porque predican una falsa moral religiosa (que no es más que la ley natural y que además no practican), y porque desde sus inicios han tomado partido por los tiranos y los explotadores, nos tienen y nos tendrán en contra (y ellos lo saben) como enemigos que han demostrado ser de todo espíritu libre y de todo ser deseoso de una auténtica transformación social y de un verdadero perfeccionamiento moral de la Humanidad.