Una reflexión

Canciller de hierro. Bajo ese apelativo ha pasado a la Historia Otto von Bismark, que también ostenta el emérito título de ser pionero en la implantación del estado de bienestar en Europa. Y es que, según recogen los libros que nos hablan del pasado que nos quieren contar, bajo su cruel mandato, los trabajadores alemanes consiguieron mejores retribuciones por sus jornadas, subsidios por desempleo y bajas por enfermedad.

Pero cada hecho histórico, hay que analizarlo en su contexto. En primer lugar, tremendas concesiones a la clase obrera, han pasado a la Historia eclipsadas por la cantidad de muertes que registraron las guerras que promovió para alcanzar la unificación alemana. Y, por otra parte, más que de reconocimiento de derechos habría que hablar de una técnica disuasoria ideada contra aquellos obreros que en pleno auge del desarrollo industrial decimonónico de la gran potencia europea, estaban adquiriendo la suficiente fuerza para desestabilizar el régimen militar que impuso el mariscal prusiano. De hecho, a Otto von Bismark se le atribuye el pensamiento de hoy "doy cinco antes de que me pidan diez".

Si este fragmento del pasado le sumamos la 'sabiduría' del refranero que afirma que "la intención es lo que cuenta", la realidad social y política actual también adquiere un nuevo trasfondo. ¿Será que las grandes economías europeas tienen en cuenta las horas necesarias de descanso de los trabajadores para oponerse a la directiva de las 65 horas? Precisamente, ahora, en este momento de desaceleración, recesión o crisis (según el color del cristal de las gafas). ¿Será que los mandatarios políticos no creen que las hercúleas jornadas laborales no ayudarían a incrementar el margen de beneficios de las grandes empresas? ¡Vaya ingenuidad! Si resulta que por el trabajo de dos sólo pagas a uno, las cuentas salen a favor para los de siempre, ¿no?

Entonces, ¿porqué el rechazo mayoritario a la propuesta de la Comisión Europea (por ciento, un órgano ejecutivo en el que están autorizados a formar parte de la toma de decisiones más de 15.000 lobbies)? Quizás porque como Otto von Bismark, saben que hay un poder latente que, precisamente en este momento de recesión, desaceleración o crisis, tiene capacidad para desestabilizar ese imperio financiero, que se parece bastante a la palabra ficticio.

Si hay algo de verdad en las palabras de los mayores, la intención es lo que cuenta. Y los espejos, sólo muestran el disfraz de quien se pone frente a ellos. Pero, si esa caricaturización es buena, la persona queda oculta. Tan solo, si hay algo de suerte, se ven los ojos y en ellos, la intención.

Pero cuando se trata de decisiones políticas que perjudican a muchos y benefician a otro, el maquillaje no suele ser bueno, y al cordero se le ve la cola del lobo. Y las huellas que deja están tanto en Bruselas y Luxemburgo, donde se han fundido el poder político, el económico y el financiero como en cada una de las capitales de los 27 estados que se han unido para constituir un nuevo estado, más grande y con más recursos. Pero, por desgracia para ellos, el recurso mayoritario es el de los millones de obreros con lo que, a no mucho tardar, "se van a ver las caras". En las calles. Donde siempre se hizo la lucha que consiguió los derechos sociales. Donde se acabó con los dictadores y se cambió el mundo.

Hoy, en el estado español, hay convicados “paros” de 10 minutos, y manifestaciones, convocadas por CCOO/UGT. Desde CNT queremos decir que estas acciones no sirven absolutamente para nada. Parar 10 minutos solo hace que dejemos de cobrar 10 minutos. ¿Y luego qué? A seguir como hace 10 minutos. Manifestarse un día y que un liberado, o sea, uno que no trabaja, nos diga que ellos están en contra de esta propuesta, no va a ha hacer que esta propuesta no salga adelante.

La lucha hay que hacerla día a día. Y si es preciso manifestarse cada día, pues habrá que hacerlo. Y si hay que ir a a la huelga, pues habrá que ir. Pero no a una de 10 minutos o de un día. Con eso no se consigue nada. Solo que se rían de nosotros. Tienen que ver que no somos máquinas, que no somos sus esclavos, que somos personas, y que no van a hacer con nosotros lo que ellos quieran. Ya que somos nosotros, los trabajadores, quienes les hacemos a ellos ricos.

Reivindica tus derechos y lucha por ellos.

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