Bien pertrechados con nuestras banderas y octavillas, y el correspondiente dni por si aparecen los cuervos del poder, nos dirigimos con la firmeza anarcosindicalista a la santanderina sede del RACC.
Al finalizar nuestra obligación, una cordial despedida de los empleados nos reafirmó, una vez más, en que el único camino es la lucha y la organización. Por supuesto, recibieron nuestra rojinegra invitación a acudir a la sede de CNT para cualquier ayuda que les podamos brindar.
La lluvia nos escoltó hasta nuestro local para preparar el siguiente acto.
¡Ni se rinde , ni se vende, CNT!