8 de marzo. ¡Mujeres en pie! Los tiempos cambian, la explotación permanece

Estamos viviendo uno de los mayores retrocesos en los derechos laborales. Reforma laboral, recortes sociales, privatización de servicios públicos, rescate a la banca, tasas judiciales, futura reforma de ley de bases de régimen local, recortes del gasto público en educación, sanidad, vivienda y servicios sociales nos sitúan a la clase trabajadora en un panorama con seis millones de tasa de desempleo y ejecuciones contínuas de desahucios que abocan a los y las trabajadoras a una indefensión personal que se traducen en el aumento de enfermedades mentales y suicidios.

Un sistema capitalista y patriarcal que nos empobrece a la clase trabajadora y se ensaña especialmente en las mujeres. Mayor tasa de desempleo que los hombres, menor salario a igual trabajo, mayor precariedad y trabajos a media jornada, mayor carga en las responsabilidades familiares y de atención a menores y mayores, menor participación social, sindical y militante, menor presencia de mujeres en cargos de gestión, que no son fruto de la causalidad y del determinismo.

Según la EPA hay prácticamente el mismo número de hombres que de mujeres en edad laboral, más del 25 % de la población activa está en paro, pero la tasa de desempleo es superior en mujeres, alcanzando el 26,7 %. Los contratos a tiempo parcial son aceptados por mujeres, en su mayoría.

Son las mujeres quienes trabajan en los sectores de servicios que más se han visto atacados por la crisis, hostelería, limpieza, sanidad, educación, servicios sociales y por tanto mayor afectadas por su salida del mercado laboral. Constituyen el 80% en los servicios públicos, que se ven afectados por ERE.s y procesos de privatización

En caso de continuar trabajando, el salario anual-tipo de la trabajadora sólo llega al 76% del salario tipo del trabajador. Las trabajadoras cobran por hora un 16,2% menos que los trabajadores, de media, según informe emitido por la UE

Con la última Reforma Laboral se elimina la calificación legal de la ausencia de discriminación por género en el trabajo como “garantía”, la posibilidad del disfrute indistinto y conjunto del permiso de lactancia en supuestos en los que padre y madre trabajen, dificultando notablemente la aplicación del principio de corresponsabilidad en la crianza de los hijos e hijas y le aplica la estricción de la posibilidad de reducción de jornada por cargas familiares a la jornada diaria, abocando a las personas que tienen dichas cargas en muchas ocasiones al abandono del empleo por perder de esta manera casi cualquier posibilidad de conciliar su vida laboral y familiar.

En el ámbito familiar las mujeres dedicamos un 33 % más de tiempo a las actividades domésticas respecto al resto de miembros de la unidad de convivencia. Y en el ámbito sindical tenemos una menor afiliación porcentual, y nuestra vida activa para la asunción de cargos está directamente vinculada a la edad fértil y a las responsabilidades de atención sociosanitaria de familiares. Pérdida de empleo, falta de capacidad económica para cubrir las necesidades básicas de alimento, educación y vivencia unida a una falta de red de apoyo social y familiar desemboca directamente en procesos de exclusión social en la que las mujeres somos más vulnerables.

Visto así, el panorama que tenemos las mujeres trabajadoras no es precisamente el deseable para nadie. La lucha por la igualdad es cuestión de toda la clase trabajadora y se hace extensible a todas las facetas vitales, trabajo, sindicalismo, unidad de convivencia, participación social. Denunciar nuestra situación para cambiarla, incorporar las reivindicaciones laborales con perspectiva de género en nuestra ruta sindical, adaptar nuestro funcionamiento sindical a las necesidades de compañeras y compañeros, corresponsabilizarnos para luchar contra la desigualdad y por el reparto de la riqueza y el trabajo es el objetivo de la CNT.

Secretariado Permanente del Comité Confederal

Confederación Nacional del Trabajo (C.N.T)

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