Las compras a Amazon, la empresa de Jeff Bezos, se han disparado gracias al confinamiento (ha facturado un 30% más que el año pasado), pero sobre todo gracias a la insolidaridad de las y los consumidores.
Desde hace años leemos y escuchamos noticias de abusos constantes a los trabajadores de Amazon: naves kilométricas con solo un par de baños para 1200 empleados, recorridos de 16 km diarios dentro de los almacenes, falsos autónomos, inseguridad en los contratos etc. Se habla del miedo a las medidas disciplinarias, de ansiedad, de que más de la mitad de la plantilla evita ir al baño para no acumular «tiempo de inactividad» por miedo a las represalias. A través de «Amazon Flex» subcontratan servicios de autónomos para ahorrarse costes y ya ha tenido que contratar como trabajadores propios a falsos autónomos que distribuían en exclusividad para la empresa con sus propios vehículos.
Aun así, nadie parece resistirse a los precios y la rapidez de la empresa. Se compra todo porque hay de todo y siempre más barato. El consumidor medio puede permitirse ignorar las condiciones de los trabajadores a cambio de esos precios, pero no su opinión acrítica sobre el feminismo, la plurinacionalidad, o el aborto de la gallina.
Por suerte, quienes sufren estas condiciones también llevan tiempo respondiendo a Amazon a través de acciones sindicales como las huelgas.
Por otro lado, está la evasión fiscal. Amazon factura a través de Luxemburgo, un paraíso fiscal. Con lo que ni aporta empleo de calidad, ni riqueza allí donde se encuentra.
Por suerte, quienes sufren estas condiciones también llevan tiempo respondiendo a través de acciones sindicales como las huelgas. A estas alturas no os sorprenderá que el sindicalismo resulte un problema a una empresa como esta. Han contratado una agencia de detectives para investigar a aquellos trabajadores que estén sindicados. En un acto de prepotencia o identificación, han contratado los servicios de la agencia de detectives Pinkerton que era famosa, prácticamente desde sus inicios por reventar huelgas en Estados Unidos (mediados del s. XIX). De hecho, su actuación en una de ellas llevó a prohibir el uso de seguridad privada en las huelgas.
A pesar de contratar a esta agencia, parece que no todo le está saliendo bien. Por un lado, su imagen está dañada, ya que hace esfuerzos por lavarla a través de testimonios positivos de trabajadores, como siempre negar el todo por una parte no es hablar de la realidad. Por otro lado, hay productores y empresas locales que se están organizando frente a estos gigantes dentro de la lógica del consumo local. Tenemos el caso de todostuslibros.com a nivel nacional y el de La Renovera (productores alimenticios y culturales principalmente) a nivel de Cantabria.
El consumidor medio puede permitirse ignorar las condiciones de los trabajadores que permiten esos precios, pero no su opinión acrítica sobre el feminismo, la plurinacionalidad, o el aborto de la gallina.
Consumir de manera responsable es otra forma de apoyo mutuo, acción y rebeldía. Hay miles de posibilidades para comprar online o de manera física lo que necesitas a empresas éticas, o al menos, más éticas y cercanas que Amazon o Glovo. Si simpatizas con los y las trabajadores, posicionate claramente en el boikot a Amazon. Si trabajas en una empresa explotadora, no estás sólo. Afíliate, organízate y lucha.