En marzo del 2020 se encontró una página inédita de un diario que perteneció a Buenaventura Durruti: «Mi castigo es mi vergonzante conducta, mi adicción a esa dulce excreción de Artiach». Esta desconcertante información llevó a una investigación, paralizada por la crisis derivada de la COVID-19.
A principios del 2021 se ha recuperado la investigación. Han sido meses de trabajo y otros tantos de debate interno en la FAL para sacar a la luz esta oscura faceta de Durruti. Su adicción a las galletas «chiquilín».
«Sabíamos que era goloso, pero nunca creímos que fuera tan selectivo, incluso que sufriera una adicción de libro» Apunta uno de los expertos que ha llevado a cabo esta investigación. Ésta ha llevado a otros diarios contemporáneos que arrojado imágenes insólitas sobre el personaje histórico de la CNT.
Uno de los diarios afirma lo siguiente:
Durante la huelga en Artiach por las condiciones de explotación en 1917 en Barcelona llevamos actos de confraternización con las trabajadoras de Bilbao. Durruti tuvo una de sus explosiones. A unos metros de la movilización, de rodillas sobre el suelo gritaba con la boca llena de galletas y los ojos enrojecidos por las lagrimas «¡¡SOY UN TRAIDOR DE CLASE!!. Por suerte, sus gritos eran prácticamente ininteligibles y los compañeros entendían consignas a favor de la lucha de clases y en contra de la paz social. La convocatoria fue un éxito.
Otro cenetista afirma que «[…] Siempre que practicaba la acción directa tenía miguitas por toda la boca y la camisa, y muchos lo fuimos imitando mordisqueando galletas o pan antes antes de plantarle cara al patrón. Cada vez eramos más los que ejerciamos la «acción galleta».»
Un diario más, este de una de las descendientes de Artiach enamorada de Durruti, cuenta como se aprovechó de su situación de poder ofreciéndole una caja de galletas a cambio de que se le declarara en inglés. Esta bochornosa escena fue comentada durante generaciones en el seno de la familia Artiach, la que inspiró aquel anuncio en que un niño se declaraba a una niña cantando «Tú serás mi baby».
Son numerosas las afirmaciones en diarios de milicianos sobre la presencia reiterada de palabras como «galleta», «lata de galletas» o «miguitas» en sus arengas durante la guerra civil. Esto desconcertó especialmente a las tropas brigadistas. Si bien es cierto que el símil frecuente Vamos a devorar fascistas como si fueran galletas funcionaba especialmente bien.
Se está considerando si Durruti cocinaba y lavaba los platos animado por su ideología o por su adicción que le llevaba a hacer hornadas de forma compulsiva. Muchas de estas jornadas acabaron con Durruti abatido y semidesnudo en el suelo, gimoteando y lleno de culpa sobre un lecho de galletas.
Las últimas líneas de investigación están tratando de averiguar como fue la histórica frase «Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones» en su versión completa. Los expertos sospechan que hará referencia a alguno de los procesos de fabricación o digestión de las galletas. Quizás la frase sea algo así; «Llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones. Un horno con un aroma dulce a anarquía, donde quemar las engañosas masas de la injusticia y el capital. Estamos cociendo a fuego lento una revolución que limpiará las bocas de las migajas envenenadas del trabajo asalariado y nos llevará con paso firme por ríos de leche y miel, donde mirarnos a los ojos y decirnos «Tú serás mi baby, sólo tú mi baby, baby de mi amor, oh, oh, oooh». Claro, que por ahora, sólo son conjeturas.