Puig Elías, maestro anarquista y discípulo de Ferrer i Guarda

Entrevista a Quique: maestro anarquista

1- ¿Qué te motiva?

Intentar colaborar en el desarrollo de otras personalidades, tengo antecedentes. Mi abuelo fue maestro antes de la República y posiblemente por esa razón estuvo en prisión y en campos de trabajo facistas construyendo el puerto del Escudo y el pantano del Ebro, lo que era la presa y lo que era el nuevo vial del puerto. Mi madre también fue maestra y siempre tuvo claro que la única manera de salir de la miseria era el estudio . Y una de las pocas maneras de tener independencia y libertad tanto de familiares como de un posible marido que pudiera llegar era tener un salario propio. Ella aprendió y nos transmitió la importancia de la independencia. Ella la consiguió a través del estudio, y a pesar del franquismo se sacó la carrera. Esto da para mucho, pero es otra historia. Nos lo transmitió: «estudiar para ser independientes». Y lo consiguió: mis hermanos y mi hermana también son maestros.

2-¿En qué faceta de tu trabajo se siente de dónde vienes o cómo piensas?

En dos hechos: el hecho de preocuparme por los compañeros y compañeras para que tengan la facilidad y posibilidad de realizar su labor. El otro hecho es el apoyo a los niños, dándolos una opción de libertad y transmitiéndoles el respeto mutuo. El respeto no por ser yo maestro, si no porque se les da esa opción de respeto y libertad.

También en que se pregunten y se cuestionen, no caer en «esto es lo que hay». «¿Os habéis preguntado si esto que digo es verdad o es mentira? Cuestionaos todo, porque podemos engañarnos o no saber de todo», es lo que les digo a los niños y niñas. Conseguir ampliar la igualdad, libertad y justicia social. Hemos luchado y luchamos por las necesidades de los niños y niñas: por las becas de comedor, para que servicios sociales estén dónde hacen falta y muchas otras cosas más. Como digo, hemos luchado muchas veces contra la administración, y, a veces, contra las familias

3-¿Qué puede ofrecer una mirada libertaria a la educación en tiempos de COVID?

(ríe) Muy sencillo: libertad. Libertad real, de poder pensar, poder ver el mundo desde otro punto de vista. Buscar nosotros las respuestas. Los libertarios no somos dogmáticos, nos une buscar la libertad por encima de todo. En estos momentos en que tanta mentira, tanto control y tanta superstición está flotando por encima de nuestras cabezas creo que podemos aportar un poco de sinceridad y seriedad a toda la bazofia que nos está rodeando.

4-Frente a mensajes que plantean que sólo nos relacionemos a través de la compra-venta y el trabajo ¿se está olvidando a la infancia?

Los niños y niñas desde hace tiempo son el eslabón más débil. Tanto en la educación pública como la privada. Sólo les preparan para cumplir como ciudadanos sumisos, respetuosos, trabajadores y honrados. No porque los que están encima lo merezcan, si no porque lo ordenan. Nada está fuera del sistema, todo se compra y se vende: la riqueza, la cultura y los sueños de los niños. Lo bueno sería tener una escuela libre en cada lugar donde hubiese un sindicato, en todos los territorios donde hubiera un libertario. «Paideia» es un buen ejemplo y la «escuela moderna» de Ferrer i Guarda debería ser el antecedente de todo libertario. Nos olvidamos de los niños y niñas y de que tienen deseos, necesidades, intereses y les compramos cosas para acallarles.

5-¿Cómo sostiene la escuela a las y los niños frente a la ansiedad y los mensajes negativos? ¿Cómo os sostenéis los docentes?

La escuela siempre ha sido o debiera ser un espacio de libertad o seguridad. El niño debería acudir contento entre amigos y a disfrutar de muchas cosas. Un sitio donde los maestros y maestras vamos a ser positivos, estimuladores, cuidadores, creativos, a abrirles caminos, provocarles preguntas (que se hagan muchas preguntas) y guiarles hacia los caminos para encontrar esas respuestas. Frente al negativismo en la sociedad, creo que la escuela ahora mismo es la parte más libre y la que más positivismo transmite. Los niños y niñas se saben seguros y cuidados porque nosotros y nosotras los respetamos y los apoyamos.

Entre docentes es más complicado, se nos han acumulado tareas, muchas de ellas burocráticas, que desvalorizan nuestro trabajo. El trabajo del docente se hace valer cuando es capaz de trabajar con un grupo de niños. Ahora mismo se olvida y las funciones del docente se trasladan a la burocracia.

Afortunadamente (dependiendo del centro), se intenta crear un espacio de seguridad, buen hacer y amistad. No siempre se logra. Algunos trabajadores son compañeros, son amigos, y yo creo que ese apoyo intentando hacer actividades juntos dentro de lo que se nos permite, hace más llevadero buscar nuevas formas de enseñanza y maneras de ir avanzando.

6-¿Se derivan situaciones de bullying de esta separación e identificación entre contagiados y no contagiados?

Se preserva la identidad de las personas y no se explica porqué los niños no han ido a clase y tanto niños como docentes somos respetuosos con estas situaciones. Empatizamos sabiendo que también podemos caer enfermos. El hecho de ver a alguien sabiendo que «podemos ser los siguientes» nos hace respetar y empatizar con más fuerza. Yo no he visto actitudes de abuso en mi centro. Al contrario, he visto cuidado y acogida al regresar. Nos vemos como iguales.

Los padres y madres, en cambio, están más preocupados. Los docentes no tenemos tiempo para ello y los niñas y niñas lo ven muy lejano. Las madres y padres son los que hacen cábalas por no saber si ha sido un niño o un profesor (quién ha contagiado).

7-¿Qué necesidades de tu centro ha puesto de manifiesto aun más esta situación?

La falta de inversión, como siempre. En cosas como una enfermera escolar (se pide desde hace años y habría sido un buen momento). Las prioridades de los gobiernos regionales y nacionales no son la salud y la educación. Se necesita más profesorado para hacer más «desdoble». No se trabaja igual con doce alumnos que con treinta, las ratios son muy altas (unos 27 por aula), no se da tiempo de calidad. Se ha invertido en seguridad (mascarillas, guantes, termómetros, etc.) y en lograr espacios que muchas veces no hay. De hecho, se ha obligado a la enseñanza presencial sin facilitar aulas para ubicar a esos alumnos. No se ha formado en TICs al profesorado y sobre todo la gran ausencia de personal administrativo que nos liberaría de la carga burocrática en la que nos ahogan a los «profes» (listas, informes absurdos, etc.) que distraen de lo verdaderamente importante: la educación y el acompañamiento del alumnado.

8-¿Hay algo que te sorprende o te saca una sonrisa de cómo gestiona el alumnado la pandemia? ¿Y de las madres y padres o de la plantilla del centro?

Sí. Todo el alumnado es consciente de la situación. La responsabilidad y seriedad con que se toman las medidas lo demuestra, aunque para ellos sea un juego. Mantener distancias, seguir flechas, seguimiento de indicaciones. Me ha sorprendido. Pensábamos que el alumnado era mucho menos responsable de lo que es.

Los padres y madres igual. Se adaptan a los horarios de entradas y salidas, aguantan las cargas derivadas de confinamiento. En la plantilla igual, el esfuerzo, los seguimientos y las llamadas a las familias…lo demuestran.

9- ¿Hay algo o alguien que te inspire en este curso?

Sí, alguien debería decir que la comunidad educativa en general. Pero ese algo es la responsabilidad individual y colectiva de todas las personas de los centros educativos. El hecho de que todas las personas de un centro rememos en la misma dirección para que los daños sean mínimos y no perder más tiempo del que hemos perdido durante este año.