Mientras, con el mayor de los secretismos, en reuniones y cenas privadas, Gobierno, Patronal y CCOO-UGT preparaban un auténtico atraco al sistema público de pensiones, en beneficio de la banca y a mayor gloria de los “mercados”.
El retraso en la edad de jubilación, el aumento de los años de cotización necesarios, y el aumento del periodo de cómputo para el cálculo de la pensión supondrán, reforzados por el paro, la inestabilidad laboral y la precariedad galopante, una reducción de las pensiones de los trabajadores que algunos economistas han cifrado en torno a un 20% de media.
Este recorte refuerza además la dualidad social, dividiendo a la clase trabajadora entre una minoría, en extinción, con condiciones de trabajo más o menos estables, y pensiones garantizadas, y una mayoría en rápido crecimiento, con condiciones laborales y de vida totalmente precarias, y sin capacidad para acceder a pensiones dignas. División con una fuerte componente de género, ya que es sobre las trabajadoras sobre las que va a recaer buena parte del peso de este recorte, debido a la injusta división social del trabajo y a las desigualdades en el acceso al mercado de trabajo y a la renta.
CCOO y UGT no solo han dado el visto bueno a esta atentado contra derechos básicos, sino que han aceptado una negociación a partir de los presupuestos más neoliberales sobre la necesidad de reformar el sistema de pensiones en “crisis” por la vía de la reducción del gasto, y lo han hecho sin capacidad para desmontar sus falsedades ni para proponer alternativas.
Aceptada esta lógica, y demostrada su incapacidad y falta de voluntad para enfrentar este ataque, abren la puerta a sucesivas reformas y “ajustes” que disminuirán gradualmente, aún más, los derechos de los trabajadores.
Refuerzan el negocio de los fondo privados de pensiones, lo tampoco es de extrañar ya que CCOO y UGT gestionan y obtienen beneficios de algunos importantes fondos privados de pensiones y han participado en su implantación en
numerosas empresas.
Este acuerdo, y la debilidad del movimiento obrero para rechazarlo, son la consecuencia lógica de años de un modelo sindical que no conduce sino a la desmovilización, a la pasividad, y a la derrota ideológica y cultural de la clase trabajadora.
Trasladado lo peor de la política parlamentaria al interior de las empresas, con las elecciones sindicales; rota cualquier capacidad de autonomía sindical por la política de subvenciones y la financiación a través de cursos y actividades empresariales; perdida la democracia interna y la vinculación con el trabajo por la profesionalización y la burocracia; CCOO y UGT son hoy cáscaras vacías sin capacidad real de lucha, viendo cuestionada incluso su supervivencia sin el apoyo institucional , económico y legal que reciben del Estado. De ahí su voluntad de pacto.
Pero sin ser aún mayoritaria, también ha existido otra respuesta a este ataque, una respuesta ya esbozada en la huelga del 29S, y que ha tenido en las huelgas en distintos territorios, y en las jornadas de lucha y movilización en torno al 27E realizadas por distintos sindicatos y movimientos sociales su mayor exponente, una respuesta donde la CNT ha jugado un papel importante, y que debe ir en aumento.
Estas movilizaciones han demostrado que hay mucho por hacer, pero igualmente que no hay otro camino que continuar la lucha y salir a la calle, paso a paso, reforzando la organización, siendo conscientes de nuestra realidad pero con audacia para plantearnos objetivos. La CNT se hace fuerte en la lucha en la calle, recuperando la capacidad de aglutinar a aquellos trabajadores y trabajadoras dispuestos a luchar, convirtiendo en organización el descrédito del sindicalismo institucional, para ello no tenemos mejor propaganda que el anarcosindicalismo en acción.