No es muy difícil de deducir. El actual mercado laboral sigue arrinconando en condiciones y oportunidades a las mujeres y todo el universo femenino, y a poco que se analice esta nueva reforma constataremos que está concebida sobre la premisa de la discriminación, y de nuevo las mujeres son las más perjudicadas.
Si es el colectivo femenino quien se acoge con una mayoría abismal a la reducción de jornada por cuidados de un menor o dependiente, quienes solicitan la reducción de la jornada laboral, los permisos retribuidos por maternidad, así como los no retribuidos y le sumamos lo anteriormente descrito sobre la eventualidad-temporalidad y parcialidad en las jornadas de trabajo y a todo esto le sumamos que aún en este país la incorporación de la mujer a ciertos sectores laborales sigue siendo nula, el resultado es obvio: será el colectivo que acceda a las pensiones más bajas por tener un itinerario laboral y de cotización visceralmente inferior al del colectivo masculino. Es la discriminación salarial la que sigue marcando la pauta general. Las bases de cotización son menores y por lo tanto el computo final dará como resultado lo que hasta ahora y en estas dos últimas décadas ha sucedido, las pensiones más bajas o las no contributivas seguirán siendo patrimonio de la mujer.
La última puesta de largo del Pacto de Toledo, léase Pacto Económico y Social ha reparado en esta cuestión. Recoge algunas medidas para equilibrar y seguir con sus políticas de igualdad y equidad, revisando los complementos por reducción de jornada por cuidado de un menor, y ampliando a tres años la posibilidad de excedencia, cotizando, o los 112 días por cada parto. Estas medidas, aparte de no solucionar nada, están perpetuando el rol asistencial del colectivo femenino. La interrelación entre capitalismo y patriarcado, dos sistemas de dominación y explotación siguen siendo los regímenes bajo los que hoy vivimos en pleno siglo XXI. Dos modelos que a lo largo de la historia han contribuido bajo diferentes civilizaciones a regir un mundo donde la libertad y la dignidad han brillado por su ausencia. Sistemas de opresión que han ido reformulándose y adaptando sus mecanismos y órganos de ejecución, encontrándose completamente integrados y asimiliados en la sociedad que hoy vivimos.
Ser Mujer hoy sigue implicando una serie de desigualdades que sólo por una cuestión biológica y de una concepción-construcción social por categoría de género se traducen en conflictos, dificultades, discriminación, desigualdad y pobreza.
Problemáticas que padecen con mayor presión en todos los ámbitos espacios: trabajo, familia, educación, vida social, sexualidad, salud… A lo largo del siglo XX dos movimientos han sido capaces de remover las estructuras del sistema, el anarcosindicalismo/anarquismo y el feminismo. Los dos, aunque con trayectorias diferentes, han sido y siguen siendo movimientos paralelos que trabajan desde y por una perspectiva de cambio y transformación social.
Del mismo modo que el sistema ha integrado en sus filas al sindicalismo, hizo lo propio con otros movimientos asociativos y también con el feminismo, pero entre todas las corrientes siguen existiendo grupos, colectivos y organizaciones que no han claudicado y siguen desarrollando un ingente trabajo político y teórico adaptado a las circunstancias de nuestro tiempo, sin perder la capacidad crítica y su autonomía. La mujer del siglo XXI no sólo se subordina al sistema desde unos presupuestos clásicos e históricos como ha sido la función asistencial y reproductora. Hoy la mujer occidental sirve al sistema desde los mismos preceptos que el hombre. Se alista al ejercito, su cuota de poder está presente en la política, la economía, las fuerzas represivas, los cargos de poder en las administraciones e instituciones del estado y del ámbito privado…
Pero también la mujer está en la lucha laboral y social, contra los ERE, los despidos, los problemas sociales, las revueltas que agitan el mundo entero en las que su protagonismo, compromiso y presencia son una realidad alentadora, un ejemplo para la sociedad y una llamada a la conciencia colectiva y de clase. El X Congreso de la CNT, revisó, actualizó e incorporó nuevos acuerdos y estrategias sobre las cuestiones del universo femenino, reconociendo y ampliando su campo de acción y lucha contra el sexismo y el patriarcado. Mujeres y hombres integramos indistintamente la afiliación, el compromiso, la ilusión y la lucha en los sindicatos, pero debemos abordar con mayor atención y énfasis todo lo relacionado con los problemas que afectan específicamente a las mujeres. Tenemos la certeza de que integrar las luchas feministas al igual que las luchas de otros colectivos reforzará las herramientas de nuestra Organización en su lucha por la igualdad y la libertad.
Secretariado Permanente del Comité Confederal