Octubre 2009 – La asamblea

Se abre el micrófono y un tipo disfrazado de vedette se tira hora y media dando la barrila. Que si aquí no hay igualdad… Que si las dictaduras o democracias estatales son problemas de sus sociedades, no del resto de gobiernos… Que si esta carta fundacional me la paso por los… Un tal Gaddafi que como llevaba 40 años sin pasar por allí tenía mucho que contar por lo visto. Otro tipo, también de ascendentes africanos pero más políticamente correcto, tan sólo se dirige al resto de la asamblea durante cuarenta minutos aunque también sea su primera vez allí. También es verdad que este sabe más de locuacidad pues al fin y al cabo ha engañado a millones de súbditos para que lo aupen a una casa blanca. Obama, dicen que se llama. Durante días desfilan por la tribuna tipos altos, bajos, gordos, flacos, de todos los colores. Prácticamente todos hombres, que quede claro. Luego, veinte de ellos, los más ricos, o más bien los que dicen representar a las veinte naciones más potentes o que podrían serlo, se trasladan a Pittsburgh para seguir debatiendo pero ahora más en serio. Por algo son los mejores. En Nueva York quedaron las buenas intenciones, ahora hay que hablar de la realidad, de "cómo arreglar el sistema financiero para salvar el mundo", o sea poner unos parches para que todo siga igual.

¡Que gente más rara! Nosotros cuando nos juntamos en asamblea procuramos ser breves pues esto consiste en que hablen todos los compañeros y compañeras. Respetamos los turnos y no hacemos alardes de ningún tipo. Las decisiones se toman por mayoría y todos los votos valen igual, vengas de la casa que vengas. Convivimos adultos con pequeños, medianos y mayores. Niños y niñas, ocupamos aulas sin importar nuestra edad, o jugamos en el patio y trabajamos la huerta, siempre confraternizamos. Antes de la riña practicamos la mediación. Nunca nos pegamos y no nos hace falta tarima para hacernos respetar, no queremos la autoridad del profesor. ¡Ni siquiera hay profesor! Cualquiera enseña y aprende. Practicamos la solidaridad, la autogestión; en definitiva vivimos un poco de anarquía cada día. Algunos antiguos compañeros se pasan y nos cuentan sobre sus pacientes en el hospital, las reparaciones en su taller o cómo han introducido nuevos recursos didácticos en sus aulas. Muchos de ellos después de su jornada laboral se pasan por el sindicato. Y también hacen asambleas donde todo se decide en igualdad. Practican el apoyo mutuo con otros trabajadores de los que abusan los patrones. Su grito de guerra es "¡Unión, Acción, Autogestión!". Lo de unión debe de ser porque se federan con otros sindicatos parecidos. Entonces mandan a algún afiliado con unos acuerdos tomados en su asamblea respectiva para que con otros delegados del resto de sindicatos los pongan en común y establezcan acuerdos con el mayor consenso posible. Parece lógico. Más que lo de la ONU o la reunión del G-20 ese que llevan tropecientas asambleas y todo sigue igual o peor. De hecho ahora pasa hambre más gente que antes de que empezara esta crisis que tenían que solucionar con reformas financieras y el caso es que con el 1% de lo que se han gastado en salvar a los ricos podrían haber sacado de la extrema pobreza a mil millones de personas. Cate en mates seguro.

Total que me acabo de enterar que estos adultos de la CNT llevan intentando arreglar el mundo, pero de verdad vaya, no como al otro lado del Atlántico estos días finales de septiembre, ¡casi cien años! Dicen que en esta escuela llevamos funcionando así ¡treinta años! Desde que Pepita junto a otras compañeras decidieron que dentro del sistema escolar estatal no podrían llevar a la práctica todas esas ideas revolucionarias, que tan utópicas no serían cuando os acabo de contar cómo me ocurrió, cómo pasa. Treinta años retomando lo que otros iniciaron: Faure, Tolstoi, Mella o Ferrer i Guardia. Sí, sí, aquel liberario al que fusilaron hace también 100 años por enseñar racionalmente a niños y niñas sin distinguir clase social. Le asesinaron el Estado y la Iglesia, esa misma iglesia que ahora lucha encarnizadamente contra la coeducación, los derechos individuales, la igualdad de género y todo aquello que les recuerde someramente a la igualdad, la libertad y la fraternidad que Pepita como otros muchos sembraron y entre todos regamos para que no deje de germinar. Que la tierra te sea leve Pepita.

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