Primavera y represión

La primavera ha arrancado con el estallido de varios casos contra anarquistas en diferentes puntos del país: Ruymán de la FAGC, algunos anarquistas italianos afincados en Barcelona y «los seis de Zaragoza».

En el imaginario colectivo, les anarquistas no existen. Somos un monstruo de épocas pasadas, indeterminado, que sólo aparece en ámbitos marginales y de noche, como el «coco», vaya. Pero cuando la actualidad está floja o los movimientos sociales activos, los casos contra anarquistas se disparan. Siempre en forma de montaje con todo el dispositivo mediático dispuesto a repetir y amplificar una historia hasta que sea creíble.

En el primer caso tenemos al activista anarquista Ruymán de la Federación Anarquista de Gran Canaria. Él se dedica desde hace años a colaborar con el Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria. En su proyecto «La Esperanza» ocupan viviendas vacías para dárselas a aquellas personas que lo necesitan.

Se le acusa de atentado a la autoridad por presuntamente dar una patada a uno de los policías que le detuvieron ilegalmente (sin identificarse). Por ello le piden un año y seis meses de cárcel. Por su parte Ruymán ha denunciado una paliza por parte de estos policías. La fiscalía ha desestimado su denuncia por ser «fluctuante», a pesar de que en los diferentes testimonios sobre la agresión se habla sobre codazos, rodillazos y estrangulamiento, y desde luego siempre, como comienzo de esta agresión una bofetada. Por otro lado, nada se dice sobre la detención ilegal porque estos agentes estaban atendiendo una denuncia a Ruymán de «coacción» por parte de uno de los inquilinos del proyecto de «La Esperanza». Esta denuncia fue retirada más tarde, pero la detención ilegal sí se produjo.

Respecto a los anarquistas italianos, destaca el nombre de Sara Casiccia a la que se atribuía intentar incendiar un furgón policial. Bien, aquí el montaje es de risa, agárrense que empezamos:

-Primero es detenida en la Rambla Catalunya con Còrsega y no en la calle Valencia donde se producen los altercados pero no sorprende que en el atestado policial sitúen la detención en la calle Valencia.

-Al analizar el vídeo del incidente la acusada vestía de manera completamente distinta a la descrita por el atestado policial, además de no parecerse en nada a la persona que incendia el furgón.

-El gran vínculo entre todos los detenidos es tener un mechero de la misma marca. El mechero que se vende en pack con la marca de tabaco «Horizon». Un tabaco barato de liar.

-Por último los agentes destacaban en su atentado «el fuerte olor a gasolina en la ropa de la acusada» como prueba de peso. El caso es tan esperpéntico que hasta fiscalía se ha unido a la defensa para pedir la libertad de la acusada.

No contentos con esto, los medios más casposos del estado airean todo tipo de barbaridades infladas sobre una base de verdad. Por ejemplo, el hecho de pertenecer al movimiento «okupa» hace que se les vincule a las drogas y a la venta de éstas. También se describe a algunos como «toxicómanos» que a su vez están «organizados», sufrir una adicción y a la vez estar organizado en un comando es bastante inconsistente. Teniendo que dejar otras fantasías de lado como los comandos de terroristas anarquistas itinerantes al comprobar que las personas detenidas están afincadas en España desde hace años. Todo ello salpimentado de siglas como ACAB o CSOA para que el español medio entienda que si su hija, sobrina o primo tiene ropa serigrafiada así «hay que meterle en cintura»,que «esto con Franco no pasaba» y «eso del Pin de Murcia es lo que le hace falta a estos chavales».

El tercer caso, el de los seis de Zaragoza, es también flagrante. En 2019 se convocó una concentración antifascista frente a un mitín de VOX. Esta concentración, donde participaron unas doscientas personas tras sufrir varias cargas policiales y enfrentamientos hizo que unos ochenta manifestantes se refugiaran en la ciudad universitaria, donde varios de ellos lanzaron objetos contra la policía causando lesiones a algunos agentes. La policía detiene después en diferentes bares cercanos a la universidad a seis jóvenes. Se presenta un vídeo del medio «El Heraldo Aragonés» sobre el incidente donde hasta la audiencia provincial admite que «la identificación de la identidad de las siluetas que aparecen en las grabaciones resultó imposible para la sala debido a su deficiente calidad y a la falta de luz, dada la hora en que se produjeron los hechos, por lo que no fue posible determinar si el acusado se encontraba o no presente dentro del grupo violento», a pesar de lo cual, condena a seis años de cárcel a estos jóvenes por atentado a un agente de la autoridad y desordenes públicos. Los padres y madres de estos jóvenes se han organizado en una plataforma para luchar contra la sentencia.

El punto común a todas estas persecuciones no es sólo la ideología, es y siempre será la clase. La coacción por la que es denunciado Ruymán es un ejemplo. Esta denuncia por parte de un «okupa» del proyecto de La Esperanza entra dentro de las estrategias de una persona deteriorada por la «cultura de la pobreza», algo que la mayoría de jueces y policías no entiende, ni querrá entender nunca. Las relaciones con la parte de la sociedad que han apartado y violentado sistemáticamente, a veces durante generaciones son viciadas, complejas y violentas. Dando exabruptos y salidas de tono a las que se agarra el mundo normativo (blanco, heterosexual, etc.) para señalar con el dedo al «yonki», al gitano, al «okupa», y por qué no al activista, anarquista o no, que quizás sea el que se moja con ellos y ellas, y por tanto, también puede recibir esa violencia. Toda persecución al anarquismo se hace en clave de odio al pobre, asimilar violencia y pobreza, drogadicción y pobreza, vida en los margenes del sistema y pobreza, autogestión y pobreza, es un cóctel simplón de comprobada eficacia a través de siglos de historia.

De cualquier forma, mientras no estemos solas contra su odio, habrá resistencia. Libertad para les represaliades.