Comenzamos un nuevo año, y tras la repetición de muchas palabras, promesas y canciones vacías aquí nos hallamos.
La sanidad sigue igual de vulnerable, igual de recortada, e igual de manoseada en algunas comunidades como Madrid. ¿Las vacunas van lentas? ¿Cómo iban las listas de espera antes del COVID? ¿Y la falta de material y personal? Pues eso.
La economía sigue ateniendo a los mismos parámetros y aplicando las mismas soluciones. Antes muertos que asumir que el capitalismo como modelo no es funcional, ni sostenible, ni nada de nada. Mientras tanto, el paro sube, y a quien trabaja se le «aprietan las tuercas» más que nunca por el bien de la empresa. Por supuesto, por la parte que nos toca, la mayoría de la clase trabajadora ni se sindica, ni deja de considerarse clase media. Si bien durante este 2020 hemos notado un crecimiento en la afiliación, ¿pero qué hay de los demás?
¿La solidaridad? Bueno, es una cuestión de educación. Salvando excepciones la solidaridad ha sido un ejercicio de quién ya era solidario. El resto sigue comprando a Amazon y presionando a sus hijos para que dibuje arcoiris sin salirse al colorear.
¿La unión contra el virus? Solo me atrevería a nombrar a la infancia como un grupo amplio de personas unidas contra el virus. Sólo veo disciplina y el anteponer las necesidades del colectivo a las propias en ellos y ellas. Y me avergüenza profundamente cómo las personas adultas tiramos de argumentarios o excusas egoístas para llevar o no llevar mascarilla, respetar o no las distancias, y un largo etc.
¿El fascismo? Galopante. No puede ser menos cuando para desayunar, comer, merendar y cenar tienes dinero a tu disposición. El intento de golpe trumpista de ayer era una muestra más. Banderas anticonstitucionalistas, supremacistas, o directamente del KKK ondeaban en un mar de blanquitos orgullosos. Policía metropolitana (el equivalente a la municipal aquí) frente a un «rodea el congreso» de derechas en un país donde se puede llevar armas encima. Al final han podido pasearse por el congreso con total impunidad y hacer un rato el capullo. ¿Dónde esta toda la fuerza del imperialismo yankee para salvar la democracia? Reventando a algún negro seguramente. Porque esta gente está financiada, y eso no se toca. Son una parodia de sí mismos, un meme con piernas, solo había que ver a personajes como el chamán supremacista «Yellowstone Buffalo».
La realidad resulta descorazonadora, pero por eso mismo tenemos que apoyarnos. El crecimiento de la conciencia ecológica, feminista o política en estos años no tiene nada ver con una canción machacona puesta en el confinamiento y es tan real como los recortes o los desahucios . Somos más que sacos de carne que consume, llevamos toda la vida siéndolo. Para revertir esto, tenemos que poner el cuerpo, resistir, hacer mella.
Hay esperanza cuando sabes que no eres la única persona que pone el cuerpo, cuando el EZLN existe y va a poner sus pies en Europa. Hay esperanza en las iniciativas cooperativistas, en quien escapa de sus lógicas, en el humor transformador, en el arte transformador, y por supuesto, en la lucha sindical.
Jaime M. Toro