La solidaridad entre iguales y la acción directa de la CNT han obtenido una nueva victoria frente al caciquismo empresarial. La empresaria ha terminado reconociendo lo que debía a su ex-trabajadora en menos de un mes y nuestra compañera puede seguir con su vida teniendo más claro que nunca que hay otra forma de hacer sindicalismo.
Crónica de los hechos:
El conflicto comienza el día en que nuestra compañera Ruth tiene que ir al médico al no encontrarse bien. La dueña del bar la dice que si va al médico en ese momento que no se moleste en volver y que será despedida. De camino al médico avisó de lo ocurrido al sindicato y se la asesoró diciendo que volviese a trabajar una vez que terminase la visita el médico; eso si, se la recomendó que fuese acompañada de un par de testigos y que grabase su vuelta. Al volver, la empresaria la dijo que estaba despedida y que no volviese.
La empresaria la despidió objetivamente. Rápidamente, el sindicato presentó la demanda de conciliación y comenzó a preparar las acciones a realizar. La primera llamada por parte del abogado de la empresa nos dio a entender que se llegaría a un acuerdo y se decidió paralizar la acción directa. En la reunión, la empresaria alegó no tener dinero y la cantidad que ofrecía a la compañera era insultante, con lo que las negociaciones terminaron sin acuerdo. El sindicato esta vez no se dejó engañar e informó, pegando carteles, en las calles circundantes a la ubicación del bar, con lo que todo el mundo se enteró de lo ocurrido.
Como a nuestra compañera le fue reducida su jornada de trabajo tuvo que buscarse otro trabajo. Esta vez en un bar cercano. Al día siguiente de la acción el compañero de la empresaria fue al bar donde estaba trabajando Ruth y la dijo a la dueña del bar que la despidiese por la acción hecha la noche anterior. Y por si esto fuera poco, la acusó también de ladrona. Esta persona no se creyó semejante mentira y terminó echando del bar a esta persona. Este mismo día volvimos a recibir una llamada de sus representantes legales para decirnos que pagarían todo lo que la trabajadora reclamaba. Se quedó a los dos días y la empresaria que decía no tener dinero pagó religiosamente todo lo demandado por la compañera.
Otra muestra de que la acción directa funciona mejor y más rápidamente que la acción mediada, ya que en la acción directa, somos nosotros quienes controlamos la acción en todo momento y no dejamos en una lotería lo que quiera decidir un tercero que nada pinta en el conflicto.
