Por su presencia en diferentes aspectos de la vida social y deportiva de esta tierra, Teka forma parte del inconsciente colectivo de los cántabros. Nunca pensamos en sus engominados directivos, sus despiadadas estrategias empresariales o sus astronómicos balances contables cuando utilizamos sus fregaderos o sus cocinas, pero de alguna manera sentimos que tras esas cuatro letras subyace parte del tan escaso y valioso tejido industrial de esta tierra.
Ahora, alguien de una galaxia muy, muy lejana, ha decidido que aunque la fábrica de Santander genere beneficios millonarios, porque se pongan como se pongan y presenten las cuentas falseadas que quieran, es así; será mucho más rentable en países con trabajadores peor pagados, con menos derechos y opacos gobernantes, generosos con los nuevos inversores.
Un trabajador de Teka ha contado a este sindicato, cómo directivos de esta empresa en Santander venían realizando viajes a Turquía desde bastante tiempo atrás con preocupantes entonces, y ahora obvias intenciones. Como con nocturnidad y alevosía se han llevado los adhesivos con el logotipo de la empresa después de una frenética actividad laboral entre los meses de septiembre y diciembre del año 2011, con el evidente objetivo de almacenar un stock suficiente, en previsión de las huelgas y paros por venir tras lanzar el órdago de los despidos masivos. Y cómo estos "señoritos" han demostrado las mismas actitudes escapistas en Mallorca o Alcalá, con diferentes resultados dependiendo de la consiguiente respuesta social a la rapiña.
En Santander, los trabajadores y trabajadoras de Teka, han respondido rápida y contundentemente utilizando la acción directa. Realizan paros de dos horas por turno, reclamando durante esos paros frente a la empresa su derecho a seguir trabajando y produciendo sin una espada de Damocles sobre sus cabezas. Han recorrido y recorren las calles de Santander recordando a todos los ciudadanos que esta es una causa común, y están comprobando que cuentan por el momento, con el apoyo de una inmensa mayoría de ciudadanos, hartos de ver cómo las ratas siguen siendo siempre las primeras en huir del barco, dejando tan solo la enfermedad que nos trajeron.